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con

los que

una

que depende tanto de las caracteristicas del campo como de la masa de los corpúsculos y de las fuerzas cuasi elásticas fijan. Este movimiento reacciona sobre el creando campo nueva onda electromagnética que se adiciona a la primitiva. El resultado es un cambio en la velocidad de propagación del conjunto que interpretaba la teoría de Maxwell por la influencia sobre ella del poder inductor específico. Identificando las expresiones analíticas que corresponden a los dos puntos de vista, obtiene Lorentz una fórmula que define el repetido coeficiente partiendo de la carga y la masa de los corpúsculos, de su número y de las fuerzas que le fijan en el interior del átomo, magnitudes todas ellas de sentido fisico perfectamente claro. De modo análogo se puede proceder los restantes coeficientes específicos empleados por la teoría de Maxwell para tomar en consideración las influencias de los medios materiales sobre los fenómenos electromagnéticos. Pero la intuición genial de Lorentz, que contaba al ser formulada escasos apoyos empíricos, ha necesitado escasos retoques para convertirse en la descripción adecuada de los hechos que la experiencia de los últimos años ha denunciado, en cuanto esta parece compatible con la ciencia clásica. Las múltiples contradicciones han conducido a la teoría de los cuantos debían quedar esencialmente fuera de una construcción lógica cuyo apoyo lo forman los postulados de la física desde Newton a Helmholtz. No significa esto que Lorentz permaneciera al margen de la ciencia cuantista, pues en ella ejerció repetidamente su aguda crítica científica. Quien siga el movimiento de la física en el en el primer cuarto del siglo actual no puede ignorar su memoria sobre la aplicación del teorema de equipartición de la energía a la radiación, leída discutida Y la primera reunión del Consejo Solvay.

Pertenecía Lorentz al

nueva

luz aclare los
que

en

que

grupo de los físicos que esperan una que hoy parecen problemas irreductibles a la ciencia clásica. Espíritu de armazón lógica inflexible, en sus principios y siempre de cara al mundo de los fenómenos, no podía menos de rechazar a priori las construccio

educado

cuan

formales en que tiende a atrincherarse el nes puramente tismo. Los métodos estadísticos clásicos tuvieron en Lorentz uno de sus más inteligentes cultivadores y suyas son las más acabadas teorías de esta clase, relativas a la conductividad eléctrica calorífica, a los fenómenos termoeléctricos al importante capítulo de las fluctuaciones.

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Señalábamos arriba la importante intervención de Lorentz en la óptica de los cuerpos en movimiento, de donde nació la teoría de la relatividad. Por ella es su nombre tan popular casi como el de Einstein. Desde los primeros años de su vida cientifica aparece fija fenóen su mente la preocupación de descubierto el astrónomo inglés Bradley en 1728, llamado aberración de la luz, que tenía una explicación sencilla en su época, dominada por la hipótesis de la emisión de Newton. Cuando Fresnel logró establecer definitivamente la teoría ondulatoria, aquel fenómeno parecía imponer la indiferencia del éter ante el movimiento de la Tierra en su seno, a pesar del arrastre parcial que denunciaban experimentos del propio Fresnel. Las dificultades se agravaron aún el fracaso de Michelson colaboradores Y sus para apreciar directamente el viento del éter que baña a la Tierra por efecto de su rápida traslación en el seno de aquel medio inmóvil. La claridad de estos dos hechos aparentemente contradictorios: aberración y experimento de Michelson, exigia que fuera eliminada de la teoría fisica la raíz de tal apariencia.

pos en que se

por

El hecho fisico de la contradicción se resume así: Dos observadores del mismo fenómeno, uno fijo al sistema de cuerellos produce y otro moviéndose respecto a con velocidad constante, lo describen de modo que es imposible traducir el lenguaje del uno al del otro en forma que resulten coincidentes ambas interpretaciones. Esta traducción es claro que se entiende hecha como aconsejaba la ciencia de la época, que reducia las diferencias entre ambos lenguajes a los cambios evidentes que experimentan las lejanías para el observador que se mueve, en oposición el a su constancia para que se halla fijo. El curso del tiempo se supone el mismo

para

ambos.

Lorentz comprendió que la eliminación de este supuesto podría llevar el acuerdo a ambas visiones de la realidad exterior, y además cayó en la cuenta de que no existe fundamento serio para asegurar que los tiempos de ambos observadores se puedan trasladar del uno al otro del modo sencillo que supone la identidad. Puesto que toda acción física se propaga con una velocidad finita, la traslación en los cuerpos puede introducir diferencias en los instantes de ocurrencia de un fenómeno visto por cada observador, por lo cual no es absurdo atribuír a cada lugar un tiempo local, en el cual influye la velocidad relativa a quien conoce el hecho. Lorentz logra encontrar una expresión para dicho tiempo local que agrega a las fórmulas usadas la traducción de las descripciones que decía antes de uno a otro lenguaje, y el nuevo diccionario es el llamado grupo de transformación de Lorentz, que sirve de fundamento a la relatividad de Einstein y que basta para asegurar a su nombre la inmortalidad que puede prometer la vida de la cultura.- BLAS CABRERA.

para

Ramón en París

RAMÓN

«Los pacíficos habitantes del barrio del Odeón

se vieron anoche sorprendidos...>>

Un periódico de París, en la crónica de sucesos.

se establece en París, en el hotel del rincón de la plaza de Odeón. Pom. Saca de las maletas las columnas de Pombo y las delante de la escalera del hotel. Puede admitirse la hipótesis de

pone

no

haya colum

Pombo que en

Publicamos dos grabados: el primero es un dibujo de Pierre Payen y el segundo del mismo Ramón Gómez de la Serna, cedidos por don Francisco Martel, director literario de la página literaria de La Presse, donde aparecieron.

no

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catego

lo nas; que no se puede negar es que las columnas de la entrada del hotel del rincón de la plaza del Odeón sean pombianas. A esta entrada se la llamaria hall si fuese un hall, pero no lo es. Su arquitectura es muy anterior a la de los palaces; más cerca que de los palaces está de las cavernas o, por lo menos, de las criptas. Su aspecto es, con bastante exactitud, el de una sala de Pombo. Tiene las mismas dimensiones de pasillo, y, además de las columnas hipotéticas de Pombo, tiene un diván de Pombo que no admite hipótesis ninguna. Como Pombo, el hotel del rincón de la plaza del Odeón es un lugar de rincón y de esquina que, en este caso, dentro de la ria de los lugares, llega lo dentro de la categoria de los hombres, un hombre de saco y de cuerda, como dicen los franceses, es decir, de vida airada. La vida en el hotel del rincón de la plaza del Odeón parece un cosmopolitismo tan pacífico como el de Albacete, adonde llega todavia algún turista, atraído por la fama terrible de los cuchillos y de las navajas de siete muelles, cual los siete Niños de Écija y el «Viva mi dueño» o «Si esta vibora te pica...», que antes, lo mismo que en Alcázar las tortas, en Alcalá las almendras, Astorga las mantecadas y en Las Navas los botijos de leche, se vendían en la estación, y no sé si continuarán vendiéndose. El cosmopolitismo del hotel del rincón de la plaza del Odeón no abarca los polos, pero comprende algún que otro viajero de la República del Ecuador y o de alguna otra República, entre los trópicos representados, hasta cierto punto, por la calefacción central y la flora de los papeles los cuartos. Si fuera a entrarse en detalles, quizá pudiera demostrar que la fauna es más auténtica. El sol es una bombilla de 15; y el habitante, además de venir del trópico, puede también que venga de Gregriego tan auténtico como las columnas. Inútil describir este hotel, que lo hubiera descrito Balzac. Es un hotel todavía del Paris de Balzac, como Pombo es todavía un café galdosiano. Y Ramón se entroniza en él, lo dilata, lo deforma, se apodera del dueño; y el dueño, el hotel, el rincón, la plaza, el barrio, el pacifico barrio del Odeón-según dicen

cia y sea un

se

en

en

los periódicos cuando tienen que nombrarle por cualquier accidente callejero-parece que vibran. Se suceden las llamadas al teléfono. Ramón tiene dos cuartos en el hotel: uno para recibir a todo el mundo y otro para recibir a los fotógrafos, que son ya gentes del otro mundo, del mundo de las imágenes.

En la calle.

aparece

cuando

Y

Ramón tiene imagen, y se parece a sí mismo. Cualidad esta fotogénica, de buena cualidad estampa, muy española. Luego la veremos. Ante todo, Ramón es una realidad formidable. Es un sólido. Su aspecto entero, redondo, intacto, y más español que en la España de sol la España de sol y sombra, está metido en el fanal gris de una calle francesa. Ramón es el viajero sin sombra y con la casa a cuestas. Con Pombo los platillos del café. Es el hombre-orquesta y el caracol. La sombra le puede partir en dos, pero no le sigue. ¿Qué ser invisible e impalpable es el que sigue en las calles de París a Ramón? Si Ramón sube en un auto, sube, en efecto, como si alguien tuviera que subir detrás de él. Si gira en el ángulo de una puerta giratoria, gira como si en el ángulo opuesto, en la cola, tuviese que girar alguien de su séquito. Ramón tiene un gesto franco de dilatación, de expansión, de persona que ocupa más de la octava parte de un vagón de primera, y tiene también el gesto cauteloso de capitán general con mando en plaza de procesión callejera, el capitán general que, hecho los campos de batalla, teme perder la escolta a la vuelta de cada esquina como si fuera a perder un rabo. Ramón lleva la calle alguien detrás de él, y de quien él se preocupa con autoridad a veces, con el gesto autoritario de «sígame usted», y otras veces, con todo reparo, chaga usted el favor de seguirme», sin evitar, cuando se presenta la ocasión, el campechano «no hay que quedarse atrás, amigo». Este ser invisible e impalpable que sigue por las calles de París a Ramón es, naturalmente, su secretario. Para mayor comodidad, Ramón se lo mete en

un día

para

por

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