Revista de occidente, Edizioni 19-20;Edizioni 55-60José Ortega y Gasset Galo Sáez, 1928 |
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Pagina 203
... Gabriela un trozo de su cara , de su cabeza envuelta en un paño blanco como toca de monja . Le pareció que la sentaba bien el blanco . A de lo terrible de la visión , se pesar un doloroso placer . apoderó de ella -No estoy ahora mal ...
... Gabriela un trozo de su cara , de su cabeza envuelta en un paño blanco como toca de monja . Le pareció que la sentaba bien el blanco . A de lo terrible de la visión , se pesar un doloroso placer . apoderó de ella -No estoy ahora mal ...
Pagina 204
José Ortega y Gasset. cho , oprimía , apretaba la mano de Gabriela , la ladeaba como un fruto . pa- La mano recia de este médico era muy tranquila e inspiraba confianza . Gabriela respiró profundamen- te . La mano le hacía bien . Se ...
José Ortega y Gasset. cho , oprimía , apretaba la mano de Gabriela , la ladeaba como un fruto . pa- La mano recia de este médico era muy tranquila e inspiraba confianza . Gabriela respiró profundamen- te . La mano le hacía bien . Se ...
Pagina 205
... Gabriela se deslizaron sobre los in- mensos campos de nieve de la blusa del cirujano . Vió el invierno . Se encontró en el campo , en medio de un paisaje aterido . Todas las montañas están nevadas de arriba abajo — pensó ― y sólo ...
... Gabriela se deslizaron sobre los in- mensos campos de nieve de la blusa del cirujano . Vió el invierno . Se encontró en el campo , en medio de un paisaje aterido . Todas las montañas están nevadas de arriba abajo — pensó ― y sólo ...
Pagina 206
... Gabriela no quería ser una víctima muda e indefensa . Quería saber , quería saberlo todo ... Suavemente , intentó alzar la cabeza . Vió la tancia . Los médicos , muy serios silenciosos , estaban entregados a operaciones de lavado . Se ...
... Gabriela no quería ser una víctima muda e indefensa . Quería saber , quería saberlo todo ... Suavemente , intentó alzar la cabeza . Vió la tancia . Los médicos , muy serios silenciosos , estaban entregados a operaciones de lavado . Se ...
Pagina 207
... Gabriela oía ahora su propia voz clara , la voz desconocida , algo incolora , de una niña de la cuela que cuenta ... Gabriela se encontraba la montaña . Había subido trabajosamente por un sendero peligroso , helado resbaladizo . Sin duda ...
... Gabriela oía ahora su propia voz clara , la voz desconocida , algo incolora , de una niña de la cuela que cuenta ... Gabriela se encontraba la montaña . Había subido trabajosamente por un sendero peligroso , helado resbaladizo . Sin duda ...
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Parole e frasi comuni
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Brani popolari
Pagina 41 - Pasadas las zarzamoras, los juncos y los espinos, bajo su mata de pelo hice un hoyo sobre el limo. Yo me quité la corbata. Ella se quitó el vestido. Yo el cinturón con revólver.
Pagina 40 - El almidón de su enagua me sonaba en el oído, como una pieza de seda rasgada por diez cuchillos. Sin luz de plata en sus copas los árboles han crecido, y un horizonte de perros ladra muy lejos del río.
Pagina 44 - Un chorro de venas verdes le brota de la garganta. Su sexo tiembla enredado como un pájaro en las zarzas.
Pagina 148 - Ni nuestra caritativa admiración ni una perfección ilusoria y «eterna» hacen al clásico, sino precisamente su aptitud para combatir con nosotros. Es el ángel que nos permite llamarnos Israel. Clásico es cualquier pretérito tan bravo que, como el Cid, después de muerto nos presente batalla, nos plantee problemas, discuta y se defienda de nosotros. Ahora bien: esto no sería posible si el clásico no hubiese calado hasta el estrato profundo donde palpitan los problemas radicales. Porque vio...
Pagina 175 - ... y ejerce presiones de todo orden sobre ellas. Es preciso, por tanto, trascender nuevamente, y de la perspectiva interindividual •avanzar hacia un todo viviente más amplio, que comprende lo individual y lo colectivo; en suma: la vida social. Esta nueva realidad, una vez advertida, transforma la visión que cada cual tiene de sí mismo. Porque si al principio le pareció ser él una sustancia psíquica independiente y la sociedad mera combinación de átomos sueltos como él y como él suficientes...
Pagina 197 - De Alcides le llevó luego a las plantas, que estaban, no muy lejos, trenzándose el cabello verde a cuantas da el fuego luces y el arroyo espejos. Tanto garzón robusto...
Pagina 148 - Ésta no depende de nuestra benevolencia para atenderlos, sino que, queramos o no, se afirman frente a nosotros y tenemos que luchar con ellos, como si fuesen contemporáneos. Ni nuestra caritativa admiración ni una perfección ilusoria y «eterna» hacen al clásico, sino precisamente su aptitud para combatir con nosotros.
Pagina 150 - Se sospecha del tipo de hombre que fabrica esos eruditos productos: se cree, no sé si con justicia, que tienen almas retrasadas, almas de cronistas, que son burócratas adscritos a expedientear el pasado.
Pagina 181 - Entre el confuso, pues, celoso estruendo de los caballos, ruda hace armonía, cuanta la generosa cetrería, desde la Mauritania a la Noruega, insidia ceba alada, sin luz, no siempre ciega, sin libertad, no siempre aprisionada, que a ver el día vuelve las veces que, en fiado al viento dada, repite su prisión y al viento absuelve.
Pagina 190 - Y en la sombra no más de la azucena, que del clavel procura acompañada imitar en la bella labradora el templado color de la que adora, víbora pisa tal el pensamiento, que el alma, por los ojos desatada, señas diera de su arrebatamiento...