Immagini della pagina
PDF
ePub

si

pre suponer la voluntad de oprimir donde se halla la facultad de oprimir impunemente; pero estas dos cosas no son necesariamente inseparables, y todo el derecho que da su union ordinaria ó frecuente, es tomar las primeras apariencias por un suficiente indicio. Luego que un estado dió las primeras señales de injusticia, de avaricia, de orgullo, de ambicion y de un deseo imperioso de dar la ley, es un vecino sospechoso, de quien es preciso guardarse, y á quien se puede reconvenir en el momento en que está á pique de recibir un formidable engrandecimiento de poder, pedirle seguridades, y vacila en darlas, prevenir sus designios por la fuerza de las armas. Los intereses de las naciones son de muy diversa importancia que los de los particulares; pues el soberano ni puede tener el menor descuido en velar sobre ellos, ni sacrificar sus desconfianzas en fuerza de su longanimidad o generosos sentimientos, pues ningun sacrificio está demas para la seguridad de una nacion que tenga un vecino en quien compiten la ambicion y el poder. Puesto que los hom. bres se ven reducidos á gobernarse las mas de las veces por probabilidades, estas merecen su atencion segun la importancia de la materia, y valiéndome de una espresion de geometría, debe oponerse el peligro en razon compuesta del grado de apariencia y de la magnitud del mal que le amenaza. Si se trata de un mal soportable y de una pérdida ligera, nada debe precipitarse; pues para precaverse, no hay gran riesgo en esperar la certeza del Pero cuanque amenaza. do se trata de la salud del estado, ninguna prevision está demas; y esperarémos para desviar su ruina que llegue á ser inevitable ? Si se da facil

crédito á las apariencias, cúlpese á sí mismo el estado vecino ó su gefe que tuvo la imprudencia de dejar entrever diferentes indicios de su ambicion. Si Carlos II, rey de España, en lugar de llamar á su sucesion al duque de Anjou, hubiera nombrado por su heredero á Luis XIV, y se hubiese sufrido tranquilamente la union de la monarquía de España á la de Francia, hubiera sido, segun todas las reglas de la prevision humaną, librar la Europa entera en manos de la esclavitud, ó ponerla al menos en el estado mas crítico. Pero si dos naciones independientes juzgan acertado unirse para formar en adelante un solo imperio, ¿no tienen derecho de hacerlo? ¿quién será el que se oponga á sus pretensiones con razon y fundamento? Yo respondo que tienen derecho á unirse, con tal que no sea con intenciones hostiles respecto de las demas, porque si cada una de estas dos naciones puede gobernarse y sostenerse por sí misma, no menos que ponerse á cubierto de todo insulto y opresion, hay motivo para presumir que su union en un solo estado tenga por objeto dominar á sus vecinos; y cuando es imposible ó muy espuesto esperar una certeza absoluta, se puede justamente obrar con una presuncion razonable. Si un desconocido me asesta en medio de un bosque, es verdad que no puedo asegurar de que esté resuelto á matarme; ¿ pero le daré tiempo de que dispare para asegurarme de su designio? ¿Y habrá un casuista razonable que me rehuse el derecho de prevenirme? Pero la presuncion llega á ser casi equivalente á una certeza, si el Príncipe que va á elevarse á un poder colosal, tiene dadas pruebas de su soberbia ó de una ambicion sin límites. En la suposicion que acabamos de

hacer, ¿quién se hubiera atrevido á aconsejar á las potencias de Europa que dejasen tomar á Luis XIV una preponderancia de fuerzas tan espantosa? Bien seguras del uso que de ellas habria hecho, se hubieran opuesto de concierto á sus designios, para lo cual las autorizaba su propia seguridad, y decir que debian darle tiempo para afirmar su dominacion sobre España, para consolidar la union de las dos monarquías, y por el temor de hacerle injuria, esperar tranquilamente que las abrumase, ¿no seria interdecir á los hombres el derecho de gobernarse segun las reglas de la prudencia, el de seguir la probabilidad y quitarles la libertad de proveer á su seguridad, solo porque no tuviesen todavia una demostracion matemática del peligro? Vana fuera la predicacion de una doctrina semejante. Los principales soberanos de Europa, á quienes el ministerio de Luvois habia hecho temer las fuerzas y las intenciones de Luis XIV, llevaron la desconfianza al punto de no querer sufrir que un príncipe de la casa de Francia se sentase en el trono de España, no embargante que le llamase á él la nacion que aprobaba el testamento de su último soberano. Pero Felipe V subió al trono á pesar de los esfuerzos de los que temian tanto la elevacion de Luis XIV, y los sucesos posteriores han hecho ver que su política era demasiado suspicaz.

45. Mas fácil es todavia probar que si esta potencia formidable deja entrever disposiciones injustas y ambiciosas por la menor injusticia que cometa con otra, todas las naciones pueden aprovecharse de la ocasion, y haciendo un cuerpo con el ofendido, reunir sus fuerzas para refrenar al ambicioso y ponerle en estado de no po

der fácilmente oprimir á sus vecinos, ó de hacerles temblar continuamente delante de él; porque la injuria dá el derecho de proveer á la propia seguridad en lo sucesivo, quitando al injusto los medios de hacer daño, y es no solo permitido sino tambien laudable asistir á los que son oprimidos ó injustamente atacados. Este es un medio de poner á los políticos de acuerdo, y quitarles todo motivo de temer que se precipitasen en la esclavitud por querer conducirse por una exacta justicia. Quiza no haya ejemplo de que un estado reciba algun notable aumento de poder, sin ofrecer á los demas justos motivos de queja; pero que vivan todas las naciones alerta para reprimirlo, y no tendrán que temer por su parte. El emperador Cárlos V tomó el pretesto de la religion para oprimir á los príncipes del imperio y someterlos á su autoridad; y por cierto que la libertad de la Europa estaba en peligro, si aprovechándose de la victoria que consiguió contra el elector de Sajonia, hubiera conseguido su gran designio. Asi es que la Francia tenia razon en auxiliar á los protestantes de Alemania, porque en ello la iba el cuidado de su seguridad. Cuando el mismo príncipe se apoderó del ducado de Milan, los soberanos debian auxiliar á la Francia para disputársele, y aprovecharse de la ocasion con el fin de contener su poder dentro de unos justos límites; y si hubieran sido bastante diestros para prevalerse de las justas sospechas que les dió bien pronto, y motivaron que se coligasen contra él, no habrian temblado despues por su libertad.

46. Pero supuesto que un estado poderoso por una conducta no menos justa que circunspecta no haya dado motivo de recelo, ¿ se verán

sus progresos con ojo indiferente? Y tranquilos espectadores del rápido aumento de sus fuerzas, ¿deberán los demas entregarse imprudentemente á los designios que estas puedan inspirarle? No, sin duda. La imprudente negligencia jamas seria perdonable en materia de tan alta importancia, y el ejemplo de los romanos ofrece á todos los soberanos una buena leccion. Si los poderosos de aquel tiempo se hubieran puesto de acuerdo para vigilar sobre las empresas de Roma y poner límites á sus progresos, no hubieran caido sucesivamente en la esclavitud. Pero la fuerza de las armas no es el único medio de precaverse contra una potencia formidable, pues los hay mas dulces, y siempre legítimos. El mas eficaz es la confederacion de los demas soberanos menos poderosos, los cuales por la reunion de sus fuerzas pueden balancear el poder que les hace sombra; y á condicion de permanecer fieles y firmes en su alianza; su union hará la seguridad de cada uno.

Tambien les es permitido favorecerse mútuamente menos á aquel que temen, y consiguiendo ventajas de toda especie, sobre todo en el comercio que harán reciprocamente con los súbditos de los aliados y negarán á los de esta peligrosa potencia, lograrán aumentar ellos sus fuerzas disminuyendo las de aquella, sin que tenga motivo de quejarse puesto que cada uno dispone libremente de sus favores.

47. La Europa forma un sistema político y un cuerpo en el cual todo está ligado por las relaciones y los diversos intereses de los estados que habitan esta parte del mundo. No es ya como en otro tiempo una masa confusa de piezas aisladas, cada una de las cuales se creia poco in

« IndietroContinua »