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malenconía, por creerlo un compuesto del adverbio mal, y luego se dejó aislado el simple ant. enconía «enojo ira> y el verbo enconar, subst. encono. De rōs-marīnus se hubo de decir romerino (fr. romarin, it. ramerino, etc.) y luego creyendo que -in(o) era sufijo diminutivo § 834, se dedujo el simple romero. Falso análisis de prefijo enjundia, escuchar § 85 1.-También en frases interviene la etimología popular. En los siglos XVI-XVII se decía ser cabeza de lobo», porque había la costumbre de exhibir una cabeza de lobo para pedir limosna en recompensa de haber cazado ese animal dañino; y hoy que tal costumbre se ha perdido, se dice «ser cabeza de bobo», y así sólo se registra la frase en el Diccionario académico. 71. ANALOGÍA DE UNAS VOCES CON OTRAS.-Dos voces de significado semejante ó correlativo, que se suelen usar juntas en la conversación, inducen al que habla á modificar la una según el patrón de la otra. En vez de decir en una enumeración: primarius y postremus, se dijo en el vulgar: primarius y *postrarius, de donde: primero y postrero. Por igual razón, al pronunciar seguidos dextrum y sinistrum, se decía igualando la vocal acentuada de ambas voces: dextrum y *sĭně strum, de donde se tiene: diestro y siniestro. Como nūrus ocurría muchas veces junto á socera ó sŏcra, se dijo *nora y sŏcra, igualando la vocal acentuada y la terminación de ambas, por lo cual en español: suegra y nuera (§ 13 1).-Los numerales nos dan ejemplos importantes: triginta (que hubiera dado *triénta) se alteró por influencia de tres en *trēginta, y como viginti hizo veinte primero y luego véinte ( § 661), también en vez de *treénta se dijo treinta antiguamente (aun en Asturias), y después tréinta. Como los tres numerales once... catorce quince llevan -e final, hicie

ron que la conservasen los dos intermedios doce trece, que debieran haberla perdido (§ 63 3). Para que cuarenta haya conservado su u, hay que suponer la influencia de cuatro (que empero no influyó sobre catorce), como cuadro influyó sobre cuadrado, § 39 4.-Al citar seguidos los días de la semana, como tres de los genitivos Martis (esto es, dies Martis), Jovis, Veneris, llevaban una -s final, se añadía otra -s á los otros dos que no la tenían en su origen, y por dies Lunae se dijo *Lunae-s, de donde Lunes, y por dies Měrcūrrii se dijo *Mércuri-s, de donde Miércoles; en este último nótese que la semejanza con los otros días de la semana no sólo se buscó en la s final, sino también en colocar el acento en la sílaba primera según lo llevan los otros cuatro nombres. El derivado correcto de decimare es dezmar; pero el subst. diezmo trajo el diptongo también á la sílaba átona de diezmar. Un sufijo que se observa en muchas palabras, influye sobre otro parecido § 83 4. La analogía es, de todos los fenómenos especiales que enumeramos en este capítulo IV, el más importante, pues tiene capital influencia en la flexión nominal'y verbal (§ 73).

72. FUSIÓN DE DOS VOCES.-Dos palabras de significado muy parecido ó igual y de sonido semejante, funden ó cruzan sus sonidos; pues al tratar de expresar la idea se pueden recordar juntamente ambas voces, y como se distinguen poco por el sonido, el que habla, después de haber empezado á pronunciar una, salta á la otra, mezclando sonidos de ambas bajo un mismo acento, ó sea haciendo de las dos una misma palabra. Para designar el escalón se podían ocurrir dos derivados de pedem»: pedalis ó *pedilis y pedaneus, que tenían idéntica acepción y que podían designar el tra

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mo de un pie de alto; de la reunión de ambos derivados se pudo formar *ped (i)laneus (§ 24 1) y peldaño (§ 57 3). De calce «el talón», se derivaron con distinto prefijo dos verbos: *in-calce are (pisar los talones al que se persigue, alcanzarle), en español antiguo encalzar, pg. <ir no encalço de alguém», y otro *ac-calceare, en español antiguo acalzar; de la fusión de acalzar y encalzar se produjo *ancalzar y luego alcanzar, por metátesis (§ 671). La forma accesoria scutella nace de scutella, influída por scutum; de ahí escudilla. - Hay también mezcla de voces latinas y griegas. El esp. trebol, port. * trevoo trevo, suponen *trifŏlu que debió formarse del cruce de trifolĭum con tpipulλov. El lat. español decía *anguila, cat. cast. anguila, port. anguia, acaso del cruce de anguilla con ἔγχελυς.

CAPITULO V

EL NOMBRE

73. LA MORFOLOGÍA.-Hemos estudiado los sonidos aislados y formando palabras (§ 64), pero nos falta estudiar esas palabras revestidas de varias funciones gramaticales, ora de nombre, pronombre, verbo ó partícula, funciones que en general se señalan por una desinencia característica de que aún no hemos hablado. Trataremos, pues, de las diversas partes del discurso, y en especial de las que por medio de la flexión expresan diversas relaciones; pues aunque las desinencias de flexión obedecen en principio á las LEYES FONÉTICAS ya enunciadas, obedecen también á otras LEYES MORFOLÓGICAS, y es preciso ir examinando en cada caso la resultante del cruce de estas dos fuerzas.-La historia de la declinación y conjugación sería incomprensible por la sola fonética, sin tener en cuenta la tendencia analítica del romance (pág. 4), manifestada continuamente, ora por el uso de las preposiciones y el artículo en la flexión nominal (§ 74) y de los auxiliares haber y ser en la verbal (§ 103), ora por una especie de análisis interno de la palabra sustituyendo sufijos y desinencias tónicas en vez de las latinas átonas (§ 83 1, 107 4 b, c, 122 3).-Además, la influencia analógica (§ 71) tiene su principal campo de acción en la

morfología, pues actúa principalmente para asimilar categorías de palabras que desempeñan igual función gramatical, por ejemplo, igualando la terminación de los singulares (§ 77 16), de los femeninos (§ 76) ó las diversas formas del verbo (§ 104).—En fin, hay que recordar también la tendencia á diferenciar por medio de la forma funciones diversas. La fonética puede hacer confundirse formas de función diversa, y si la lengua unas veces permanece indiferente dejando confundirse los derivados de a mem y amet en una forma común ame (§ 62 1 y 2), alguna vez procura una distinción, y en vez de tu es, ille est, toma una forma del futuro y dice tu eris, ille est, eres, es. También se da el caso de que para funciones que el latín confundía cree el romance formas diferentes, como los femeninos en -ora y -esa (§ 78 2), que el latín no distinguía de los masculinos. Otras veces el romance, que dejó descuidadamente perderse una distinción latina, por ejemplo el plural de quien, remedió más tarde su falta. creando un plural nuevo (§ 101 1 ).

Además, el estudio siguiente tendrá otra parte nueva. El caudal de voces del latín había de resultar deficiente, con el correr del tiempo, para expresar las múltiples ideas nuevas que han venido transformando la vida de los pueblos románicos. Las lenguas romances, como todas, poseen recursos para crear nuevas palabras, siempre que la necesidad de ellas se presenta; recursos que en su mayoría son un desarrollo histórico de los que ya poseía el latín y que es preciso estudiar.

Comenzando por la historia del substantivo, la dividiremos en dos puntos principales: la evolución de los accidentes gramaticales latinos (caso, número y género), y la formación de nombres nuevos.

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