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femenino la: «<l'agua, l'alteza» (comp. el'alma, el águila; punto 2 de este párrafo).

PRONOMBRE RELATIVO É INTERROGATIVO

101. QUI, CUJUS, QUALIS.—1] En el latín vulgar de España la flexión del relativo se redujo al nominativo masc. qui, al acusat. masc. quěm y al neutro quid: estas formas se emplearon lo mismo para el acusat. que para el nominativo, para el singular que para el plural, para el masculino que para el femenino, pues no se creyó necesario precisar el género y el número que van ó pueden ir determinados con claridad por el antecedente del relativo. Se reservaron para designar personas qui y quien (masc. y fem., sing. y plur.), generalmente sin artículo ni otro determinativo: es raro aquel quien», etc. Pero que (masc. y fem., sing. y plur.) sirvió para personas y cosas, con y sin determinativos. En el siglo XIV caía ya en desuso qui, por inútil duplicado de quien; éste en el siglo xvi se creó un plural: quienes, que aunque calificado todavía de inelegante por Ambrosio de Salazar en 1622, se generalizó, si bien aun hoy día se dice alguna vez «los pocos ó muchos de quien ha tenido que valerse».

2] También se conservó en español, portugués y sardo cūjus, -a, -um: cuyo -a, -os -as.

3] Qualis, e, además de expresar la cualidad, sirve en todos los romances como simple relativo, precedido del artículo el, la cual; los, las cuales.

PRONOMBRES INDEFINIDOS

102. SUS GRAndes cambios.—Si los pronombres anteriores conservan con relativa exactitud los tipos latinos,

en los indefinidos se perdió casi todo el caudal latino y se sustituyó por otro de formación nueva.

I] Algunos se conservan en romance, como unus uno; el neutro arcaico alid (por aliud), antic. al. De omnis y totus subsiste sólo el segundo, todo; de alius y alter, sólo otro; de quidam y certus, sólo cierto; de nemo y nullus, sólo nul, nulla, anticuado.

2] En vez de este último, entró una formación romance nueva: nec unus ninguno (§ 128 4) y también homo natus: «non lo deve fazer omne nado», y luego «non es nado que lo pueda fazer»; en vez de nihil se dijo res nata nada; en vez de quisque se dijo cata, usado en la Vulgata (gr. xxvi), cada, cadauno; en vez de qui-libet, qualis-libet, etc., se usaron los equivalentes quienquiera ó ant. qui-quier; qual-quier, qual-se-quiera, etc.; el plural es quienesquiera, cualesquiera.

3] En cuanto á la flexión, vemos que en general la tienen igual á los adjetivos: otro -a, -os -as; pero hay una tendencia á dotarla de las particulares terminaciones de la de los pronombres. Así, la -¿ final de qui, la -e de este, ese y el -ien de quien, se introdujeron en otri (aun usual en Navarra y Alava), nadi (1); y otre, misme; y otrien, alguién (no de aliquem que daría *álguen), acentuado también álguien, ninguién; y aun fundiendo las dos terminaciones y -e se dijo otrie, nadie; esta última, con atracción de la i, es naide (en andal. también naidie), escrito por Santa Teresa y vulgar en toda España y América, como en Galicia. De todas estas formas, la lengua literaria moderna no usa sino alguien y nadie.

(1) Se quiere derivar nadi del nominat. plural nati, pero éste hubiera dado nade, ó acaso nede § 118 4.

CAPÍTULO VII

EL VERBO (1)

103. COMParación generaL DE LA CONJUgación latiNA Y ESPAÑOLA.-La conjugación fué conservada por el romance en muy buen estado, contrastando con el olvido de la declinación. Mientras las desinencias casuales por su vaguedad (§ 74 2) resultaron instrumento inservible en romance, las desinencias verbales, completamente claras y terminantes, se mantuvieron vivas. Entre am-abas y amemus hay una riqueza de diferencias precisas en las relaciones de modo, tiempo, número y persona que no permite confusión alguna; las desinencias - abas y -e mus encerraban en latín, y siguen encerrando para los pueblos neolatinos, una idea absolutamente clara, un sentido preciso, transportable á cualquier otro verbo de invención nueva.

(1) Para el verbo en general: A. GASSNER. Das altspanische Verbum: Halle, 1897 (comp. Cornu, Literaturblatt 1897).F. HANSSEN. Sobre la Conjugación de Gonzalo de Berceo: Santiago de Chile, 1895, y Suplemento á la conjugación de Berceo, 1895.-Estudios sobre la conjugación leonesa, 1896.Estudios sobre la conjugación aragonesa, 1896.—Sobre la conjugación del Libre de Apolonio, 1896.-EMILIANO ISAZA. Diccionario de la conjugación castellana, París, 1897.

La conservación de la conjugación no fué, sin embargo, perfecta. El verbo latino, que ya representa un estado empobrecido del verbo indo-europeo, pues carecía de la voz media, del modo optativo, del número dual, continuó empobreciéndose en latín vulgar, sustituyendo varias formas sintéticas por otras analíticas. Dejó perderse la voz pasiva entera, salvo el participio amatus (con el cual, unido al verbo esse, expresó las formas personales de la pasiva: soy amado, etc.). De los tiempos perdió el futuro indicativo amabo (sustituyéndolo por la perífrasis amarhe, conservando con otro sentido la forma aislada eres § 73); en el subjuntivo el imperfecto amarem (sustituído por el pluscuamperfecto) y el perfecto amaverim (sustituído por haya amado); el infinitivo pasado amavisse (sustituído por haber amado); el participio futuro amaturus y los dos supinos amatum y amatu (que no reemplazó por una forma especial). Además se enriqueció con tiempos que en latín no existían, como he amado, hubiese amado, amaría, habría amado. Todas estas perífrasis son de dos clases: una, muy numerosa, se forma con el participio pasivo del verbo y todos los tiempos de los auxiliares haber (activa) y ser (pasiva); otra se forma con el infinitivo del verbo y sólo el presente é imperfecto indic. del auxiliar haber, produciendo el futuro y el condicional; estas dos últimas formas llegaron con el tiempo á constituir una síntesis gramatical: amaré, amaría, semejante á la del futuro latino amabo, cuya característica - bo proviene del auxiliar fui.

Las personas latinas se conservaron todas, salvo las 3. as de imperativo: amato, amanto (sustituídas por el pres. subj. ame, amen), y las 2. as enfáticas: amato, amatōte.

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FONÉTICA VERBAL

104. LA FONÉTICA TURBADA POR LA ANALOGÍA.-El verbo se sujeta en general á las mismas leyes fonéticas que otra palabra cualquiera. Pero se comprende que las múltiples formas que reviste un mismo tema en la conjugación, estando unidas estrechamente entre sí por la unidad esencial de significado, no pueden dejar de influir unas sobre otras más á menudo que dos palabras extrañas en su origen: así que la fuerza de la analogía (§ 71) es mucho más activa en la conjugación que en ninguna otra parte del dominio gramatical, y continuamente veremos formas que tuercen su desarrollo fonético para seguir la analogía con otras del mismo paradigma conjugable. El que habla advierte en la conjugación un TEMA que encierra la idea verbal y una DESINENCIA que modifica esa idea con circunstancias de modo, tiempo y persona; así que tiende á mirar el tema como invariable, pues invariable es la idea que expresa; y si unas veces la lengua conserva 7 intactas las variaciones fonéticas de un tema como: sientes (sentis), sint-amos (sentiamus); otras veces busca la uniformidad como en vist-es (věstis), vist-amos (věstiamus). A menudo veremos casos por el estilo: el infinitivo ant. yantar no viene de jantare que hubiera dado *antar, § 38 3, sino que está hecho sobre janto yanto; véanse, además, los casos de muñir y henchir citados en el § 105 5; el de honrar, § 106 2; las variaciones del tema de presente, § 112, etc.; ó las del tema verbal en general, § 105; las mudanzas de acento, § 106; ó de desinencia, § 107 3, etc., etc. La acción analógica no se ejerce sólo entre las formas de un mismo paradigma latino: es

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