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en su salida obstáculo mayor, ni por contacto ni por estrechamiento suficiente de las partes del tubo formado por el paladar, lengua y labios. En el estado de reposo de la lengua y labios se produce la a. Las otras vocales se dividen en dos series. La serie anterior se pronuncia elevando la mitad anterior de la lengua, para lo cual se baja la mitad posterior; así se produce con menor ó mayor elevación la e y la i. La serie posterior se pronuncia elevando la lengua en la mitad posterior, para lo cual se baja y se retira en la parte anterior; los labios ayudan cerrándose y adelantándose; dos grados de estos movimientos producen la o y la u.

Todos los cambios de las vocales latinas á través del tiempo, hasta llegar á las vocales españolas, se subordinan principalmente al acento de la palabra en que figuran; cada vocal tiene una historia bastante diferente según que está acentuada ó inacentuada; así que es necesario decir antes, á modo de preliminar, algo acerca de la Acentuación.

ACENTUACIÓN

5. ACENTO CLÁSICO, CONSERVADO EN ROMANCE.-El acento se mantiene inalterable desde el tiempo de Plauto, de Horacio, de Prudencio, hasta el de Cervantes y hasta el nuestro, informando, como un alma, á la palabra, y asegurando su identidad substancial, á pesar de los cambios más profundos que los demás elementos de la palabra puedan sufrir: marītu marido, quindecim quince, populu pueblo, comite cónde, comitatu condado, *tremulo tiémblo, *tremulare temblár, circinu cércen (así acentúan los clásicos y Zorrilla, y no cercén, como escriben

los Diccionarios por error; pg. cérceo). Voces extraordinariamente desgastadas por el mucho uso, apenas salvan más que su sílaba acentuada: vuestra merced-vusted, usté; vuesa merced-vuesarced, usarced, uced; vuesa señoría-usía.

Sólo es preciso hacer una advertencia respecto al acento de las voces que tienen una vocal larga por posición (§ 7,): el latín coloca el acento en la sílaba penúltima cuando ésta es larga, ya por naturaleza, ya por posición (v. g. virtute virtúd, sagitta saéta), y lo coloca en la antepenúltima cuando la penúltima es breve, y no larga ni por naturaleza ni por posición (arbŏre árbol); es decir, que la cantidad por naturaleza de una sílaba larga por posición no influye nada en el acento clásico y vulgar de una palabra, y sólo influye en el sonido de esa vocal, según el § 8; por ejemplo: en sagitta, para el acento no nos importa nada conocer la cantidad por naturaleza de la penúltima, pues nos basta saber que es larga por posición para colocar sobre ella el acento; pero para el sonido de dicha vocal sí nos importa conocer su naturaleza, pues sabiendo que es breve, deduciremos el derivado español saéta (§ 101); mientras que, si fuera larga, hubiera producido *saíta (§ 11). Otro ejemplo: para la acentuación de caepulla, medulla, no necesitamos averiguar la naturaleza de la penúltima, ya que es larga por posición, y diremos caepúlla, medúlla; verdad es que hoy es corriente la acentuación disparatada de la voz culta médula que se introdujo en el español muy tarde, al lado de la correcta medúla usada por Cervantes, Calderón, etc.; pero no hagamos caso de esta voz culta; el derivado popular no se pudo equivocar tan groseramente, y dijo cebolla, meóllo, guardando la longitud por posición en cuanto al acento, pero observando la cantidad por naturaleza para

el sonido, pues siendo en ambas voces breve la ŭ, la pronunció ó (§ 13 1), que á haber sido larga, hubiera dicho *cebulla, *meullo (§ 14).

6. ALGUNA'S DIFERENCIAS ENTRE EL ACENTO CLÁSICO Y VULGAR.-I -1] Por el párrafo anterior vemos que el latín no consentía dejar sin el acento la sílaba penúltima cuando estaba en posición (el latín clásico no toleró las acentuaciones arcaicas pérfèctum féněstra), empero no acentuaba necesariamente la penúltima cuando estaba en lo que se llama «positio debilis», ó sea la producida por una explosiva (§ 331) seguida de la líquida r (por ejemplo: pătrem, cuya à sólo entre los poetas se contaba alguna vez como larga por posición): el latín clásico podía acentuar íntegrum, ténèbrae y podía también medir integrum. Pero el latín vulgar generalizó el principio del párrafo anterior aun al caso de la «positio debilis», y no consintió tampoco dejar inacentuada la vocal que precedía al grupo de explosiva -+ r y así acentuó Intégrum, de donde entéro; tenébrae, de donde tinieblas; cathédra, de donde cadera (en el sentido de asiento ó caja del cuerpo; aragonés, cadiera, silla); son cultas las formar íntegro y cátedra.

2] El latín vulgar tiende á formar diptongos con los grupos de vocales en hiato: de modo que si el acento clásico cae sobre la vocal más cerrada (§ 8), lo transporta sobre la más abierta para hacer posible el diptongo; cuando ambas vocales son igualmente cerradas, una de la serie anterior y otra de la posterior, lleva el acento la que va última, comp. abajo viúda y buitre. El latín clásico acentúa filíŏlum, pero el vulgar filiólu, de donde hijuélo (con ue de Ŏ § 13); clásico putéŏlum, vulgar puteólu, pozuélo; clásico taléŏla, vulgar taleóla, tajuela; de varus,

postilla, se sacó el diminutivo *varíŏla *varióla viruela; clásico mulíěrem, vulgar muliére mujér; paríěte paréd (§ 10 1). En época posterior se observó también esta dislocación del acento: en español antiguo se acentuaba reina regína, treinta (§ 89,), vaina vagína, béodo (§ 60 1), Díos Déus, víuda (§ 671), *búitre vulture, y hoy se acentúa réina, tréinta, váina, beódo, Diós, viúda, buitre (1). Para Calderón desahúcia era asonante ú-a, pero luego que se olvidó por completo el valor de la h (§ 382), se formó un diptongo diciéndose desáucia. Para el imperfecto antiguo temien temién v. § 117 2

2.

3] En las voces compuestas con un prefijo, el acento clásico se rige también por la cantidad de la penúltima vocal: cóncuba cuéncoba (§ 85 1), ré-cĭto rézo, cóllocat cuelga, cóm-pătat cuénta; pero la tendencia á acentuar no el prefijo, sino el elemento principal, es tan natural que la hallamos hasta en los derivados cultos recito, colóco, compúta, impár, impio. El latín vulgar en muchos casos disloca de igual modo el acento, y en vez de réněgo, dijo renégo, de donde vienen reniego; en vez de rénovo dijo renóvo, de donde renuévo; por rétinet dijo reténet, de donde retiéne, etc. (2).

(1) La preferencia del habla vulgar por el diptongo (§ 31 2 nota) hace que en ella abunde más la dislocación del acento en favor de la vocal más abierta; en Vizcaya, en Bogotá, tera, se dice máiz, ráiz, bául, páis, máestro, etc.

etcé

(2) Las voces cultas dislocan el acento fuera de los tres casos señalados en este párrafo, con confusiones extrañas que no hallaremos en las voces populares; hoy se dice por muchos orgía, cuando lo correcto es órgia; y se dice hipógrifo, ópimo, intérvalo, debiéndose acentuar todas en la penúltima, como hacen los buenos escritores. Modernamente han llegado á ser generales las acentuaciones viciosas fárrago, púdico

4] Las voces de origen griego verdaderamente populares, siguen el acento griego desentendiéndose de la cantidad, como ya hacían los autores latinos más recientes, por ejemplo Prudencio, que sowλov, pnuos los mide idŏlum, ĕrěmus, y de ahí el romance yermo; y en igual caso están "Inpos Ebro, "Aẞonpz Adra, Isidro, contra los clásicos Isidorus Abdera Ibērus ĕrēmus (1). Se exceptúan las voces en -iz, que se amoldan al acento de las latinas en -ĭa (2) por ser terminación familiar al oído: coupwviz symphōnĭa zampoña, iglesia, acidia, jibia § II 2, het platě a plaza; y las voces oxítonas que rechazan este acento no latino лрzóоλń parabola palabra, Oxλλóc thallus tallo. Así, el vulgo venía á preferir el proparoxítono, ora lo hallase en la acentuación griega (éremus), ora en la latina (parábola); y á veces contra ambas, como en xwputós, medido por Sidonio corytos que explica nuestro goldre.-Claro es que hay otros grecismos que, entrados en el latín, se identificaron con la acentuación de este idioma, como purpura, mánuрos papyrum papel, èλεquoσúvη elčēmosyna limosna, y con doble razón huér fano y escuela, por ser oxítonos en griego.

(también se introdujo en portugués,, cónclave antes paroxítonas. Acaso por seguir el acento griego se generalizaron también parásito ciclope poliglota epigrama contra el acento latino que le daban nuestros clásicos.

(1) Es curioso que en la Edad Media el nombre de Darío siguiese la acentuación griega de las voces populares; se acentuaba Dário. Verdad es que se halla Darĭus en Sidonio (Aάpetos), contra el clásico Darius.

(2) Aun en bastantes voces cultas: prosodia, academia, tragedia, etc., y hasta el siglo xvu se pronunció Antioquia; pero, contra esta acentuación, hoy se dice Antioquía, así como energía, fotografia, filología.

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