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Veneris, llevaban una -s final, se añadía otra -s á los otros dos que no la tenían en su origen, y por dies Lunae se dijo *Lunae - s, de donde Lunes, y por dies Mercurii se dijo *Mércuri-s, de donde Miércoles; en este último nótese que la semejanza con los otros días de la semana no sólo se buscó en la s final, sino también en colocar el acento en la sílaba primera según lo llevan los otros cuatro nombres. El derivado correcto de decimare es dezmar; pero la voz diezmo con la primera sílaba acentuada, y por lo tanto diptongada (§ 10), trajo el diptongo también á la sílaba átona de diezmar. Un sufijo que se observa en muchas palabras influye sobre otro parecido; por eso cambiaron su u acentuada en i: aeruginem, ferruginem, haciéndose *aeriginem, *ferriginem, de donde orín, herrín, á imitación de fuliginem, hollin; rubiginem, robín. Del mismo modo dos prefijos pueden confundirse.

Además, el comienzo de una palabra puede recordar un prefijo, como es el caso en esconder, escuchar, espárrago, citados en el § 17. La analogía es de todos los fenómenos especiales que enumeramos en este capítulo IV, el más importante de todos, pues influye muchísimo en la conjugación; pero de ésta no se ha de hablar aquí (véase § 73).

72. FUSIÓN DE DOS VOCES.-Dos palabras de significado muy parecido ó igual y de sonido semejante son miradas como una sola y funden sus sonidos; pues al tratar de expresar la idea se pueden ocurrir juntamente ambas voces, y como se distinguen poco por el sonido, el que habla, después de

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haber empezado á pronunciar una, salta á la otra, mezclando sonidos de ambas bajo un mismo acento, ó sea haciendo de las dos una misma palabra. Para designar el «escalón» se podían ocurrir dos derivados de pedem»: pedalis ó *pedilis y pedaneus, que tenían idéntica acepción y que podían designar el tramo de un pie de alto; de la reunión de ambos derivados se pudo formar pedalaneus, *ped(i)laneus (§ 24) y peldaño (§ 57 5). De calx, calcem, «el talón, se derivaron con distinto prefijo dos verbos: *in-calce are (pisar los talones al que se persigue, alcanzarle), en español antiguo encalzar, y otro *ac-calceare, en español antiguo acalzar; de la fusión de acalzar y encalzar se produjo *ancalzar y luego alcanzar, por metátesis (§ 67,).

CAPITULO V

EL NOMBRE

73. LA MORFOLOGÍA.-Hemos estudiado los sonidos aislados y formando palabras (§ 64), pero nos falta estudiar esas palabras revestidas de varias funciones gramaticales, ora de nombre ó de pronombre, ó verbo ó partícula, funciones que en general se marcan por una desinencia característica de que aún no hemos hablado. Trataremos, pues, de las diversas partes del discurso, y en especial de las que por medio de la flexión expresan diversas relaciones; pues aunque las desinencias de flexión obedecen en principio á las LEYES FONÉTICAS ya enunciadas, obedecen también á otras LEYES MORFOLÓGICAS, y es preciso ir examinando en cada caso la resultante del cruce de estas dos fuerzas. La historia de la declinación y conjugación sería incomprensible por la sola fonética, sin tener en cuenta la tendencia analítica del romance (págs. 4-5), manifestada continuamente, ora por el uso de las preposiciones y el artículo en la flexión nominal (§ 74) y de los auxiliares haber y ser en la verbal (§ 103), ora por una especie de análisis interno de la palabra sustituyendo sufijos y desinencias tónicas en vez de las latinas átonas (§ 83, 107 4 b, c, 122 §). Además, la analogía (§ 71) tiene unfaspecto predominantemente mor

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fológico, pues actúa más que nada para asimilar categorías de palabras que desempeñan igual función gramatical, por ejemplo, igualando la terminación de los singulares (§ 77 1 ), de los femeninos (§ 76) ó las diversas formas del verbo (§ 104). En fin, hay que recordar también una tendencia opuesta: la de diferenciar por medio de la forma funciones diversas. La fonética puede hacer confundirse formas de función diversa, y si la lengua unas veces permanece indiferente dejando confundirse los derivados de amem y amet en una forma común ame (§ 62,y,), alguna vez procura una distinción, y en vez de tu es, ille est, toma una forma del futuro y dice tu eris, ille est, eres, es. También se da el caso de que para funciones que el latín confundía crea el romance formas diferentes, como los femeninos en y esa (§ 78,), que el latín confundía con los masculinos. Otras veces el romance, que dejó descuidadamente perderse una distinción latina, por ejemplo el plural de quien, remedió más tarde su falta creando un plural nuevo (§ 101).

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ora

Además, el estudio siguiente tendrá otra parte nueva. El caudal de voces del latín había de resultar deficiente, con el correr del tiempo, para expresar las múltiples ideas nuevas que han venido transformando la vida de los pueblos románicos. Las lenguas romances, como todas, poseen recursos para crear nuevas palabras, siempre que la necesidad de ellas se presenta; recursos que en su mayoría son un desarrollo histórico de los que ya poseía el latín y que es preciso estudiar.

Comenzando por la historia del substantivo, la

dividiremos en dos puntos principales: la evolución de los accidentes gramaticales latinos (caso, número y género), y la formación de nombres nuevos.

FLEXIÓN DEL SUBSTANTIVO

74. LOS CASOS.-LAS DESINENCIAS CASUALES LATINAS SE OLVIDARON, USÁNDOSE SÓLO EL ACUSATIVO; DE LOS OTROS CASOS QUEDA ALGÚN RECUERDO EN PALABRAS AISLADAS.-1] A causa de la pérdida de la -m final (§ 62,) y de la desaparición de las diferencias cuantitativas en sílaba final (§ 29), se confundían entre sí muchas desinencias casuales, y sonaban igual el acusativo cervum que el dativoablativo cervo, el ac. manum que el abl. manu; la misma o final resultaba para esos casos de aquel nombre de la 2." declinación que para los de éste de la 4.a

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2] Sin embargo, no son estas razones fonéticas, sino otras sintácticas, las que más contribuyeron á la pérdida de la declinación latina. Las relaciones. indicadas por las desinencias casuales, como mu. chas veces resultan vagas, necesitaban concretarse por medio de una preposición; en frases como «pro patria mori,» «cum amicis deliberavi» las ideas «en interés de,» «en compañía de» no las expresa el ablativo; la preposición lo dice todo, el caso nada. Así se comprende que la preposición, por más cómoda y expresiva, se generalizó en latín vulgar, con merma de la desinencia, que llegó á ser completamente inútil. De tal modo que, desde muy antiguo, el latín vulgar construyó todas las preposiciones con

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