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conjugación, estando unidas estrechamente entre sí por la unidad esencial de significado, no pueden dejar de influir unas sobre otras más fuertemente quedos palabras extrañas en su origen: así que la analogía (§ 71) es mucho más activa en la conjugación que en ninguna otra parte del dominio gramatical, y continuamente veremos formas que tuercen su desarrollo fonético para seguir la analogía con otras del mismo paradigma conjugable. El que habla advierte en la conjugación un TEMA que encierra la idea verbal y una DESINENCIA que modifica esa idea con circunstancias de modo, tiempo y persona; así que tiende á mirar el tema como invariable, pues invariable es la idea que expresa, y así unas veces la lengua conserva intactas las variaciones fonéticas de un tema como: sient-es (sentis), sint-amos (sentiamus); otras veces busca la uniformidad como en vist-es (věstis), vist-amos (věstiamus). A menudo veremos casos por el estilo. Como ejemplos notables de creación de unas formas á imitación de otras, véase el de muñir y henchir citados (§ 105); el de honrar (§ 106,); las variaciones del tema de presente (§ 112 etc.), ó las del tema verbal en general (§ 105); las mudanzas de acento (§ 106) ó de desinencia (§107,), etc., etc. La acción analógica no se ejerce sólo entre las formas de un mismo paradigma latino: es frecuente el cambio de paradigma, ora total (§ III), ora parcial, como en el cambio de forma de perfecto, creándose los perfectos débiles en vez de los fuertes latinos (§ 119), ó asimilando unos perfectos fuertes á otros (§ 120,), el gerundio al tema del perfecto (§ 115 ).

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105. DIFERENCIAS ENTRE EL VOCALISMO DE LA CONJUGACIÓN ir Y EL DE LA er.-1] La lengua hizo una diferencia profunda entre las conjugaciones -ir y -er. La vocal temática -e -o de la conjugación -er, fué sustraída á los cambios fonéticos que le imponía la yod, sea ésta propia de la flexión latina (§ 113), sea desarrollada en la flexión romance; salvo en parte el verbo teneo (que hace tengo, conforme al S10; pero teniendo contra el § 18,), los demás no hacen caso alguno de la yod, que sólo es acatada por los verbos en ir; así ver, deber, hacen veo video, debo debeo, contra el S II mientras medir lo acata diciendo mido metio. Esto trae una diferencia radical para los verbos con tema de vocal e ú o, según sigan la conjugación -er ó la -ir: los en -er no mudaron nunca su vocal, aunque el verbo en latín tuviese yod, mientras los en -ir inflexionaron su vocal siempre, lo mismo cuando el verbo tenía yod en latín, como en los ejemplos debeo, video, věnio, etc., que cuando no la tenía, como en compěto, quaero, que tomaremos precisamente como ejemplos en el punto 2. La única excepción á esta doble regla la forman los perfectos fuertes y sus tiem pos afines, que adoptan una vocal suya propia independiente de la del resto del verbo; los de la conjug. -er no hacen caso de la invariabilidad de la vocal e así quaesit, quisiste, quisiese; y los de la conjug. ir no hacen caso de la inflexión: así viniste, vinimos, viniera; esta excepción en su comienzo era sólo de los verbos que en el perfecto tenían i, como dixiste, misiste, y luego se extendió á los que tenían otras vocales, como quisiste, fiziste (§ 120 fin y ).

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2] Tomemos aparte los verbos con vocal temática e. La diferencia se notará mejor en verbos iguales con doble conjugación; el tema coincide en las formas que carecen de yod etimológica ó analógica, y divergen bajo la influencia de la yod.

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competer, petimos, -petí, competir, -petimos, petí,

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competió, competiendo, | compitió, compitiendo, queriendo, vertió, ver- requiriendo, advirtiera.. tiera.

Según esto, ferviente, por su c (además de por su f-), es un arcaísmo, resto de la conjugación ferver, perdida; mientras hirviente es la forma correspon diente á la conjugación hervir. Como regla práctica puede darse ésta: las formas débiles (§ 106) de los verbos en e...-ir, tienen e ante una i acentuada, y en todos los demás casos la influencia de una yod les hace tomar vocal i; esta vocal domina, pero no atra. jo á sí las formas con e porque la disimilación ante í tónica lo impedía. Debe advertirse que los perfectos fuertes (120) se sustraen á esta inflexión así: viniste, vinimos, viniera. El imperfecto en la lengua antigua ofrecía yod é inflexión (§ 117 ).

Los verbos con e temática tenían en latín ĕēĭ. Los que tenían i deben mantenerla en romance, ora tónica, ora átona (§§ 12 y 19), y así tenemos vivo, vivimos, vivir, escribía, escribir; pero como estos verbos son tan pocos, y los en e ofrecían tantas formas con i, tendían á confundirse, y dicere, frigĕre y rīdēre hicieron decir, decimos; freir, freí; reir, reíste; es decir, tomaron vocal e por disimilación ante toda í acentuada (§ 66,, salvo en el perfecto fuerte dijimos, etc.), y conservaron su i en los demás casos: digo, frió, rieron, con lo que vinieron á coincidir con el paradigma de los verbos e...-ir; antiguamente se dijo también vevir y escrebir; pero estas formas analógicas no prosperaron sino entre el vulgo, que añade decedimos, ad- re-metir y otros. El caso contrario de verbos e...-ir asimilados á la poco numerosa clase de los i...-ir es naturalmente muy raro; no obstante, recipio, á pesar de su herma no concebir hizo todas sus formas con i: recibir, recibimos, recibiste .

31 Semejante diferencia encontramos entre los verbos o...-er y o...-ir; las formas verbales con yod, citadas en el número anterior, pueden compararse en los verbos recorrer y recurrir; y en igual caso están coger, coja, respecto del anticuado aragonés cullir, culla ó los arcáicos confonder, toller, respecto de coufundir, tullir. Pero aquí se simplificó en extre mo la diferencia: así como los verbos o...-er no alte

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Los verbos cultos imprimimos, dirigir, dividís, redimiste, que en latín tienen ĭ, no son chocantes (véase página 32, nota 1).

ran nunca su vocal temática (salvo el extraño pudiendo, por influencia del perfecto fuerte pude, en vez del ant. y pop. podiendo), así tampoco los en o...-ir mudaron de vocal, adoptando para todas sus formas u... -ir, aunque no tuviesen yod en el paradigma latino, y lo mismo se dijo huímos que huyendo; dado que en estos verbos no había la razón de disimilación que alegamos respecto de los verbos e...-ir, se comprende que las pocas formas con o sintieran la atracción de las formas con u. Pero esta uniformidad es moderna y el vulgo de muchas regiones conserva los arcaísmos ordir, compliste, cobría, etc. La lengua literaria conserva todavía tres verbos que mantienen la vocal o (ó ué) en las formas sin yod, y son: podrir (en camino de convertirse en pudrir), dormir y morir (§ 114, y ); mayor excepción constituye oir, que salvo en las formas muy arcáicas udades, údi (ajustadas al S 114 ), nunca altera su o.

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Una vez que los verbos o...-ir uniformaron su vocal en u, coincidieron en su vocal temática con los verbos que tenían en latín ū, que en todas sus formas también habían de tener u, como addūcère, aducir; sólo en la lengua antigua eran posibles el paso de estos verbos con u al paradigma o...-ir: adọcir somir, comí (§ 114, ¿); paso análogo al de decir, freir, reir.

106. ACENTo del verbo.—Para abreviar, aplicando caprichosamente dos términos de la gramática alemana, llamaremos formas verbales FUERTES las que tienen el acento en el tema (áma, díje), y DÉBILES las que lo tienen en la terminación (amá_ mos, amába).

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